WASHINGTON.- El presidente electo de Estados Unidos, Joe Biden, llegó este martes a Washington para tomar hoy las riendas de un país abrumado por una convergencia de crisis derivadas de la pandemia y las divisiones políticas, que confía en afrontar con un rotundo llamado a la unidad.
Horas antes de convertirse en el presidente número 46 de la historia de Estados Unidos, Biden abandonó emocionado el estado donde lanzó su carrera política, Delaware, y voló hacia Washington para reunirse con la que será la primera mujer vicepresidenta del país, Kamala Harris.
La llegada de Biden a Washington para su investidura se ha producido el mismo día que Estados Unidos ha superado la barrera de los 400.000 muertos por COVID-19.
El demócrata toma el testigo de un país abrumado por la convergencia de las crisis sanitaria y económica, y por la división política. Su último acto antes de llegar a la presidencia ha sido un sobrio homenaje a las víctimas de la pandemia, que se ha convertido en un llamamiento a la nación para que no olvide.
Su primer acto
En su primer acto en Washington, Biden se acercó al monumento a Lincoln, uno de los más icónicos de la capital, junto a Harris y los esposos de ambos, Jill Biden y Doug Emhoff, respectivamente.
«Para sanar tenemos que recordar. A veces es difícil, pero es así como uno se cura. Es importante hacerlo como nación. Por eso estamos hoy aquí. Entre el atardecer y el anochecer hagamos que brillen las luces en la oscuridad a lo largo del estanque sagrado de la reflexión y recordemos todo lo que hemos perdido», dijo el presidente electo.
Acto seguido se iluminó el contorno del estanque reflectante situado frente al monumento a Lincoln. Biden, Harris y sus respectivas parejas guardaron silencio ante el estanque, iluminado con 400 luces que representaban las vidas perdidas debido a la enfermedad, mientras sonaba la canción «Hallelujah», de Leonard Cohen.
Adiós entre lágrimas en Delaware
Antes de viajar a Washington, Biden se despidió entre lágrimas de Delaware, su estado, el que ha representado durante más de tres décadas en el senado.
«Hace doce años, esperaba en la estación de tren de Wilmington que un hombre negro me recogiera de camino a Washington, donde juramos como presidente y vicepresidente de Estados Unidos. Y aquí estamos hoy, mi familia y yo, a punto de regresar a Washington y reunirnos con una mujer negra de ascendencia sudasiática, para prestar juramento como presidente y vicepresidenta de Estados Unidos», dijo.